La gestión del tiempo se ha convertido en un serio problema para todos nosotros, para los editores y editoras de las revistas, para los investigadores que realizan las revisiones y, muy especialmente, para las autoras y autores que desarrollan las investigaciones y aspiran a publicar sus trabajos lo antes posible.
El primer paso: la asignación de la revisión a los evaluadores
Uno de los retos más importantes al que se enfrentan los equipos editoriales de las revistas es la creación de una base de datos, lo más completa posible, con especialistas en los diferentes ámbitos disciplinares y subdisciplinas más extenso posible en un campo científico tan amplio y diverso como el de las ciencias de la comunicación. No es una tarea fácil, ya que somos conscientes de que la comunicación abarca una gran amplitud de objetos de estudio y de aproximaciones metodológicas, que encierra bastante complejidad. Y nos encontramos con una dificultad adicional: las mejores evaluadoras/es suelen ser investigadoras/es con una larga experiencia académica que, como es de esperar, no suelen tener mucha disponibilidad en sus agendas para realizar un trabajo como este, no remunerado y altruista casi siempre.
Por otro lado, es crucial realizar las asignaciones de evaluación en el plazo de tiempo más breve posible, lo que implica que el equipo editorial esté lo más atento y activo posible para realizarlas en pocos días, en un plazo máximo de quince días, que puede extenderse a un mes. No siempre es posible responder rápido cuando los autores envían sus manuscritos para evaluar en periodos vacacionales o cuando los editores no tienen previsto reunirse, por problemas de agenda. En este sentido, se estima que la respuesta de la revista a los autores, sobre el inicio de la revisión de su manuscrito, no debería exceder de 30 días.
La aceptación de la revisión por los evaluadores asignados
Como hemos señalado, es urgente que los editores asignen los artículos para evaluar en el plazo de tiempo más breve posible. Pero la celeridad es asimismo muy importante en el tiempo de respuesta de las revisoras/es asignados.
En un momento en el que algunas pocas revistas reciben muchos manuscritos para publicar, cuando se encuentran en posiciones muy altas en los rankings más prestigiosos, como es el caso del Journal Citation Reports de Clarivate o en el Scimago Journal Rank de Scopus, también se debe entender que ante un número alto de manuscritos para evaluar es necesario realizar una preselección de artículos que puedan someterse a evaluación, porque el número de revisores disponible, como es lógico, no es ni mucho menos ilimitado.
Para ofrecer una respuesta rápida, las revisoras/es deben asegurarse de que tienen capacidad para realizar la evaluación, por considerarse expertas en la temática del trabajo sometido a evaluación. En este sentido, es fundamental que los revisores sean muy honestos a la hora de aceptar o rechazar el encargo. Lo deseable es responder en un plazo máximo de 5 días. En una situación así, es muy importante no olvidar que los principales damnificados son los autores y las autoras, y es conveniente recordar que nosotros –editoras y editores– también somos autores, que también escribimos, con cierta regularidad, artículos para revistas. En definitiva, en situaciones así cabe aplicar un principio elemental tan importante como la empatía: basta pensar en momentos así, que a cualquiera de nosotros –como revisores, pero también autores–, nos gustaría asimismo que nos respondan con la máxima rapidez posible.
Tiempo para realizar la revisión
Antes de responder si se acepta o se rechaza realizar la revisión es imprescindible asegurarse de si se va a disponer de tiempo suficiente para realizarla. En ocasiones, la propuesta de revisión puede llegar en un momento inoportuno, cuando estamos atravesando un “pico de trabajo” inusualmente alto, o tenemos circunstancias profesionales o personales que dificultan la posibilidad de responder en un plazo de tiempo razonablemente breve.
En realidad, antes de aceptar o rechazar la revisión del manuscrito que nos ha encargado la revista científica, debemos preguntarnos cuánto tiempo nos puede costar realizar la revisión. En ocasiones, es necesario leer varias veces el manuscrito, consultar bibliografía sobre la temática planteada, extraer anotaciones, preparar el informe de evaluación para justificar nuestra valoración, etc. Se estima que el tiempo medio necesario para realizar la evaluación de un manuscrito es de entre 3 y 5 horas de trabajo. Por ello, antes de responder, debemos asegurarnos de que dispondremos de tiempo suficiente.
En efecto, la presión por publicar en este ecosistema del “publish or perish”, que ha aumentado muy significativamente en los últimos años, y cuyas razones de fondo no vamos a debatir aquí, puede llevarnos a olvidar que no es importante realizar este trabajo de revisión de artículos. Hay que recordar una vez más que, sin revisores, no puede haber revistas de calidad: los revisores son, en última instancia, una condición de posibilidad necesaria para la propia existencia de revistas científicas.
La revisión del manuscrito
Una vez asignada y aceptada la revisión del manuscrito, la propia revista suele dar un plazo de tiempo determinado para la respuesta del revisor: entre 15 días y un mes suele ser lo habitual. Se trata de un parámetro muy importante, que las autores y autores tienen muy en cuenta a la hora de enviar dónde enviar sus manuscritos. En cierto modo, cada revista construye su reputación, en gran medida, sobre la base del tiempo de respuesta a los autores. Sin duda, este es uno de los retos más importantes a los que se enfrenta cualquier revista. Y no es extraño constatar que incluso revistas muy bien posicionadas en los mejores rankings, se han creado una reputación bastante negativa por la tardanza en responder a los autores, un retraso que los disuade a la hora de elegir la revista científica más adecuada donde publicar su manuscrito y que, a medio y largo plazo, puede afectar de forma negativa al prestigio y la posición en los rankings de las revistas.
En este sentido, hemos de reconocer que el tiempo de respuesta de los revisores es absolutamente esencial, pudiendo marcar de manera decisiva el futuro de la propia revista. De este modo, la gestión de los tiempos de respuesta a los autores se ha convertido en un asunto que debe gestionarse con la máxima transparencia. Por ello, es habitual publicar en el encabezado de los manuscritos hasta cinco fechas fundamentales: fecha de recepción del manuscrito, fecha de revisión del artículo, fecha de aceptación, fecha de publicación del preprint –cuando existe– y fecha de publicación del artículo.
Así pues, los docentes e investigadores universitarios debemos asumir que la revisión científica es una actividad que ha llegado a sumarse a la larga lista de tareas y actividades que desarrollamos en nuestro día a día. Ya no sólo debemos realizar revisiones de manuscritos para las revistas científicas; también nos llegan propuestas para evaluar proyectos de investigación para la Agencia Estatal de Investigación, para agencias de calidad regionales, universidades y otras instituciones; para evaluar la calidad de la producción científica, de la docencia y de la gestión en los procesos de acreditación y/o contratación del profesorado; para evaluar la calidad de títulos universitarios, en los procesos de acreditación y/o verificación para las agencias de calidad; para la evaluación de libros o capítulos de libro académicos para editoriales; para evaluar la calidad de informes profesionales que solicitan instituciones y empresas; etc.
En definitiva, la revisión de manuscritos constituye un trabajo complejo que consume bastante tiempo…, un bien cada vez más preciado, por su manifiesta escasez. Es evidente, por tanto, que estamos obligados a organizar nuestro tiempo lo mejor posible, porque también debemos ser capaces de conciliar el trabajo con la vida familiar y con otras actividades importantes que forman parte de nuestras vidas. Puede parecer imposible, pero quizás la clave para afrontar un escenario así es abordar con positividad todo este conjunto de tareas que, en su medida, contribuyen a mejorar nuestro ecosistema universitario y científico.