Es justo y necesario repensar el proceso de edición desde la perspectiva de genero. Un punto de partida son los datos que muestran  las desigualdades sufridas por las mujeres investigadores en su desempeño por conseguir publicar sus trabajos en las mismas condiciones que sus colegas masculinos. Lo que constituye un elemento clave en las evaluaciones de las carreras científicas es evidenciar la carrera investigadora como una trayectoria continua e ininterrumpida, lo que responde a una visión masculina de la vida profesional, perjudicando a las carreras de las mujeres, a menudo condicionadas por responsabilidades familiares.

Aunque cueste reconocerlo, hay estudios que ponen de manifiesto prácticas discriminatorias y sexistas por parte de comités científicos y de evaluación, como prestar menor atención a los trabajos de las mujeres investigadoras respecto a sus colegas varones (Thorvaldsdóttir, 2004), o la desaprobación y silenciamiento del trabajo realizado por investigadoras (Hearn, 2004).

La dinámica social del proceso de publicación y de citación no solo se mueve por criterios de talento y de capacidad, sino que también hay otros factores importantes que inciden de manera diferencial según el genero. El capital social, la participación activa de la redes científicas y las posiciones de poder mantenidas, lo que habitualmente se da con mayor frecuencia entre investigadores varones, juegan un papel fundamental en este proceso. Las mujeres investigadoras experimentan mayores dificultades para publicar y ser leídas y citadas por sus colegas, lo que sin duda, afecta a su prestigio y visibilidad, y por consiguiente, en su capacidad de publicación. Los estudios de Kaplan et al., han demostrado que las mujeres publican menos que sus colegas masculinos, aunque esto puede variar en función de la disciplina(1996).

 Partiendo de la base de que el procedimiento más aceptado ente la comunidad científica es la evaluación de los trabajos científicos por otras personas investigadoras o pares y en revisiones ciegas, se identifican sesgos en los procesos de revisión y aceptación de los manuscritos. Se observan sesgos discriminatorios por razón de nacionalidad, lenguaje, sexo o institución de origen (Rowland, 2002).Asimismo, se observan desequilibrios en el acceso de las mujeres a los comités editoriales, especialmente en las posiciones de mayor responsabilidad y decisión (Palomba, 2004).

Addis (2004) destaca que las revistas que incluyen mujeres en sus comités editoriales suelen ocuparse de disciplinas o líneas de investigación consideradas “blandas”, lo que redunda negativamente en la consideración de la publicación y el reconocimiento en base a sus posibilidades de obtener sellos de calidad. Sobre los prejuicios existentes en torno al prestigio del proceso competitivo de la publicación, al parecer, los hombres prefieren competir entre hombres que rivalizar con mujeres. En este sentido, se constata que las revistas que ansían elevar su reputación se decantan por invitar en sus comités a varones. Hearn (2004) va más allá señalando la falta de apoyo por parte de comités editoriales a las publicaciones e investigaciones realizadas por mujeres y sobre el género. Añade que los comités editoriales suelen primar en sus llamadas a contribuciones líneas de investigación tradicionales y consolidadas, mostrando resistencias a publicar temas innovadoras y emergentes. De esta forma, las publicaciones realizadas en nuevos campos de investigación, como pueden ser los estudios de género, tienen mayor dificultad para acreditar su calidad científica. A tener en cuenta también que las bases de datos con factor de impacto incluyen un número muy reducido de revistas de Ciencias sociales y humanas, y dado que un alto porcentaje de las mujeres investigadoras están integradas en estas áreas, por ende, sus trabajos tendrán menos reconocimiento y sus indicadores de éxito, inferiores.

Dejamos para el final, en esta breve revisión de las aportaciones al debate sobre las implicaciones de la perspectiva de genero en la edición de las publicaciones científicas, la necesidad del uso de un lenguaje no sexista.  El sexismo lingüístico presenta una imagen descalificadora y desvalorizada de un sexo frente a otro. Su uso asigna valores, capacidades y roles específicos a hombres y mujeres. Es necesario que el uso del lenguaje científico armonice la eficacia con lo igualitario para que la representación tanto de mujeres como hombres se produzca en igualdad de circunstancias.

Nunca está de más recordar algunas recomendaciones:

  • Evitar el masculino para referirse tanto a mujeres como hombres. En su lugar, términos colectivos y genéricos
  • Usar desdoblamientos cuando se haga referencia a un grupo mixto
  • Usar recursos gramaticales que permitan no especificar el sexo del referente, o recurrir a pronombres sin marca de genero
  • Optar por la simetría
  • Eludir el sujeto siempre que se pueda

Recomendaciones y sugerencias que conviene difundir y tener presentes en los procesos de edición

CITAS

  • Hearn, Jeff, (2004), Gendering Men and Maculinities in Research and Scientific Evaluations. En Comisión Europea. Gender and Excellence in the Making.
  • Kaplan, Sherrie H et al., (1996), Differences in Academic Advancement, New England Journal of Medicine.
  • Palomba, Rossella, (2004), Does Gender Matter in Scientific Leadership? En Comisión Europea. Gender and Excellence in the Making.
  • Rowland, Fytton, (2002), The Peer-Review Process. Learned Publishing.
  • Thorvaldsdóttir,Thorgerdur, (2004) Engendered Opinions in Placement Committee decisions. En Comisión Europea. Gender and Excellence in the Making.