El trabajo de evaluación realizado por los revisores constituye la principal garantía de calidad de las revistas científicas. La validez de todo artículo de investigación se sustenta en la superación de un riguroso proceso de revisión realizado por especialistas contrastados en la temática del objeto de estudio propuesto. La revisión, por tanto, representa el elemento diferenciador primordial del proceso de edición científica. El valor final de cada artículo está determinado por la calidad de los informes de revisión que han antecedido a su publicación. Ello implica que los responsables editoriales de las revistas deben aplicar una sucesión de criterios de selección: en primer lugar, identificar a los revisores más cualificados dispuestos a colaborar en la evaluación del artículo; en segundo, comprobar que esos informes de revisión resultan consistentes en términos científicos y respetuosos con el trabajo de los autores, y, por último, seleccionar para su publicación aquellos artículos con mejores valoraciones.
Los editores precisan desechar aquellos informes de revisión que no resulten útiles para la identificación de los artículos de mayor calidad científica. En algunas ocasiones, resulta necesario reformular determinadas expresiones del informe, sin alterar el sentido de la evaluación, porque el tono resulta, por excesivo, poco respetuoso con el trabajo de los autores. El filtrado de las revisiones es la fase menos visible de todo el proceso de edición científica, puesto que nunca trasciende a los autores ni, en muchas ocasiones, a los propios revisores. El principio que fundamenta esta necesidad de revisar las revisiones, de evaluar a los evaluadores, reside en la convicción de que un informe de calidad propicia la selección de los mejores artículos, pero un mal informe puede distorsionar los criterios de selección de la publicación.
Los editores de una publicación configuran la base de evaluadores a partir del análisis de sus propios informes, esto es, de la revisión del cumplimiento de los elementos considerados garantes del rigor del proceso de selección. De la misma forma que los artículos cuentan con un conjunto de atributos de calidad, que son reconocidos por la comunidad científica, los informes de revisión también deben cumplir con ciertos estándares. Aunque existan ligeras diferencias en los criterios aplicados por cada revista, resulta posible enumerar, sino todas, al menos las principales características que definen la calidad de un informe de revisión:
– Puntualidad en el cumplimiento de los plazos de entrega.
– Comunicación de cualquier conflicto de interés que pudiera surgir en la evaluación.
– En la revisión se deben aplicar los principios editoriales y normas de estilo de la revista.
– Capacidad para determinar y justificar el grado de originalidad y novedad que aporta la contribución para su ámbito de estudio.
– Precisión en la identificación de las principales debilidades y fortalezas de la investigación.
– Claridad en el lenguaje utilizado.
– Una estructura lógica que facilite la comprensión del contenido del informe.
– Una argumentación sólida para cada uno de los comentarios y afirmaciones formuladas.
– Incluir propuestas concretas que contribuyan a la mejora de los aspectos señalados como puntos débiles de la investigación.
– Denotar un conocimiento profundo sobre el tema objeto de estudio, así como sobre su marco teórico y bibliografía.
– Coherencia entre los comentarios presentes en el informe y el dictamen final respecto a la publicación del artículo.
– Mantener un tono objetivo, neutro, constructivo y respetuoso con el trabajo de los autores.
– No introducir ninguna discrepancia o contradicción entre los comentarios orientados a los editores y a los autores.
– Tener presente que el principal objetivo de su evaluación es proporcionar orientaciones que permitan a los autores elevar la calidad de su artículo. Esa finalidad prevalece respecto a la capacidad del informe de determinar la decisión sobre la publicación de la propuesta.
– Ofrecer, cuando proceda, pautas respecto a aquellas cuestiones formales del texto susceptibles de mejora: redacción, estructura, adecuación a las normas de estilo de la revista, etc.
– En el caso de los formularios cerrados, correspondencia entre las puntuaciones otorgadas en cada uno de los apartados del cuestionario y los comentarios introducidos en el informe.
El equipo editorial de la revista tiene la responsabilidad de valorar si el informe de revisión cumple con estos y aquellos otros requisitos que se consideren indicadores de su calidad. Ante cualquier duda sobre la validez del informe, la mejor práctica editorial siempre será solicitar un nuevo parecer que garantice la calidad del proceso de edición científica.